SIMEÓN Y … los iracundos
“Simeón y Leví son hermanos… maldito su furor, que fue fiero; y su ira, que fue dura” (Gn. 49:7)
En el Nuevo Testamento encontramos a Juan y Jacobo como los “hermanos dinamita”, y en el Antiguo Testamento la dupla explosiva es Simeón y Leví. Cuando se enojaban mejor no estar cerca de ellos. Así como las espadas estaban en las manos de los Simones en el Huerto de Getsemaní, y cortaron orejas; así la espada estaba en las manos de estos dos hermanos quienes quitaron vidas.
Simeón preso de su carácter “Simeón y Leví, hermanos de Dina tomaron cada uno su espada” (Gn. 34:25- Lee todo el capítulo). Esta acción les costó a ambos el ser desechado como postulantes a la primogenitura perdida por Rubén. Como venganza, por la deshonra de su hermana, decidieron eliminar no solo al ofensor sino a todo el pueblo. No diferenciaron entre el problema y las personas. Hicieron justicia por mano propia, pero de una manera impropia. ¿Hay una cuenta pendiente con alguien? ¿Te has encontrado juzgando no solo a quien te ofendió sino a su familia, su entorno y sus amistades? “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” Ef.4:26. “Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Stg. 1:20). Ve y arregla a solas tus cuentas con tu hermano, reconcíliate primero con él, el perdón es más efectivo que la espada. Sino pregúntale a Simeón.
Simeón preso de su conciencia “verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia” (42:21). La angustia que se negaron a ver era la que en ese momento experimentaban. Simeón era uno de quienes decían estas palabras. ¿Te vienen los recuerdos de los pecados de tu juventud? ¿Hay cosas ocultas que pudiste tirar en una cisterna pero que no has podido desterrar de tu corazón? Ve y confiesa tu pecado y limpia tu conciencia de obras malas, purifícate en la sangre, toma el libro de los salmos y lee ante la presencia del Señor el Salmo 51. Recuerda que la angustia de una conciencia culpable son cadenas a tu corazón.
Simeón preso de las consecuencias “… y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos” (Gn 42:24) Siempre me pregunté ¿Porqué José escogió a Simeón como rehén en lugar de sus hermanos? ¿Porqué no Judá que propuso venderle? No es descabellado pensar que tal vez haya sido Simeón el instigador de la decisión inicial de matar a José (Gn. 37:18-20). Los iracundos pueden ser tan enérgicos para defender hasta la muerte a su hermana, como para proponer la muerte de su hermano. Lo que el hombre siembra eso cosecha. Pon el acento en la “a” del amor (de Dios) y la ira se irá.
Adhesivos Leví (I) LA VENGANZA
“Simeón y Leví son hermanos” (Gn. 49:5)
Leví fue el tercer hijo que Jacob tuvo con Lea (Gn.29:34). Significa “adhesión, unión”. A Leví lo vemos adherido: Primero a Simeón en la venganza y luego unido al Señor en la consagración. Los de Leví no eran de los que aceptaban las cosas a medias. O eran fríos o calientes, pero nunca tibios. Sin duda hay cosas que reprochar en ellos pero mucho que aprender.
Unido en la venganza. LA PEOR PARTE. Se unió a su hermano Simeón para ejecutar venganza. Su hermana, Dina, había sido deshonrada y decidieron, aniquilar al culpable y los suyos. Esto le costó a ambos ser desechados de los privilegios de la primogenitura. Quizá desde pequeño habrá sido compañero incondicional de Simeón en sus travesuras, eran muy unidos. Pero no supo desprenderse de esa unión en momentos que lo requería. Sin duda es bueno ser unido a un hermano, pero no a tal punto que nos involucremos en causas que deshonran a Dios.
Su Conducta. Eran, según Jacob, “armas de iniquidad”. No empuñaron la espada de la verdad sino la de la venganza. Sin duda que había un pecado y una situación que merecía una acción. Pero no eran ellos los que debían intervenir. ¿Qué espada empuñas?
Su Causa. El matar a los de Siquem era una forma humana de devolver la honra a su hermana. “No paguéis a nadie mal por mal” ¿Qué te mueve para hacer lo que haces?
Su Consejo. “No entre mi alma en su consejo”· Ellos tramaron un plan. Si ante una situación difícil en la iglesia alguien propone probar a los sobreveedores u otro hermano, recuerda que esto es rebeldía según Dios. Cuidado con los consejos que seguimos.
Su Compañía “ni mi espíritu se junte en su compañía” ¡Cuantos hay que acompañaron espiritualmente a iracundos! Y terminaron contaminados. Esas compañías deprimen el espíritu y lo apagan. Dios quiere espíritus encendidos con la llama del Espíritu Santo.
Su Carácter “en su furor mataron… desjarretaron…” quienes tenemos un temperamento sanguíneo tenemos que luchar con nuestras reacciones e impulsividades. Lo que Leví y Simeón hicieron lo hicieron “en su furor” y “la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Stg 1:20) es necesario actuar en la paz del Señor y no en nuestro furor.
Su Consecuencia “yo los apartaré en Jacob y los esparciré en Israel” El epílogo de muchas reacciones irascibles es la disciplina, la división, la separación, las pérdidas. ¿Estás mi hermano por enrolarte en la compañía del iracundo? ¿Estás ya metido en medio de un consejo equivocado? Vuelve atrás y haz las cosas como Dios quiere. Porque es
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado” (Sal. 1:1).
Adhesivos Leví (II) LA CONSAGRACIÓN
“Se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví” (Ex. 32:26)
Éxodo 32 muestra una crisis. Por un lado Dios hablaba Moisés en el monte y abajo el pueblo estaba “desenfrenado” adorando otros dioses. Cuando este varón de Dios desciende del monte tiene que ejecutar el juicio de Dios. Se puso a la puerta del campamento y exclamó “¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo”.
La pasión del consagrado. Y la respuesta no se dejó esperar, allí aparecieron todos los hijos de Leví. Y nuevamente ¡A ponerse la espada! Y a aplicar la disciplina de Dios. Este fuego que estaba en el corazón de Leví fue aprobado por Dios y Dios los consagró para su servicio “en aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví” (Dt. 10:8). Mientras el pueblo tenía fuego por lo pagano, Los hijos de Leví se jugaron cien por cien por el Señor. Al llegar a la iglesia de la última hora encontramos cristianos que se transforman ante partidos de fútbol o por causas políticas, pero no tiene pasión por las cosas de Dios. La pregunta, mi hermano, sigue hoy vigente ¿Quién está por el Señor?
Los propósitos del consagrado. (Dt. 10:8). Debido a esta reacción Dios les apartó… ¿Para qué? A- Para que llevase el arca del pacto de Jehová. B-Para que estuviese delante del Señor. C- Para servirle. D- Para bendecirle. Eran los responsables de las cosas sagradas y de allí surgió el sacerdocio. Los sacerdotes debían ser de esta tribu. ¿Eres un consagrado? ¿Tienes tus metas colocadas en la Casa de Dios, la Palabra de Dios, en la Presencia de Dios, en el Servicio a Dios, en la Adoración a Dios? Tu y yo, mi querido, formamos parte de un reino de sacerdotes (1 P. 2:9). ¿Cumples con tu trabajo de sacerdote? ¿O estás de licencia?
La parte del consagrado. (Dt. 10:9). “Por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová Dios le dijo”. Cuando repartieron las herencias y pusieron límites a los territorios de las tribus de Israel, echaron suertes y a cada uno le tocó una parte de Canaán. Mas para Leví la suerte ya estaba echada por Dios mismo. No había heredad, pues ya la llevaba consigo. Dios era su heredad, su posesión especial. Por ello Asaf, un levita, exclamó “¿A quien tengo yo en los cielos sino a ti?, y fuera de ti nada deseo en la tierra” ¿Estás dando todo por el Señor y te sientes desheredado de honras y reconocimientos? Recuerda mi consiervo que esto es herencia de Canaán, y ningún consagrado tiene heredad allí. Tu herencia es el Señor. Anima hoy tu corazón, porque Él es tu heredad… “como Dios lo dijo”. ¿Amén?